Vuelve a llover a mares, como si el cielo tuviera ganas de llorarnos y soltar todo lo que callamos. Aquí, en mi tierra, solemos decir “al meu país la pluja no sap ploure”, porque somos exagerados incluso para llover a mares. Los truenos asustan a los gatos que no tengo, a los perros con nombre y apellidos que algún día adoptaré… Y me siento en la encimera de una cocina que tampoco he visto jamás, pero sé cómo se siente: casa.
Comenzar siempre es difícil.
Comenzar a quererse, a valorarse, a soltar y agradecer todo lo vivido es, al final, sinónimo de reconocer que vienen cambios. Cambios que sanan de dentro hacia afuera y que afloran en cada centímetro de piel, en el brillo de los ojos y en todas las sonrisas que se me escapan entre los dientes. Comenzar también es mantener los sueños vivos, las ganas de volver a vernos y de convertir en presente todo lo que alguna vez soñamos.
Siempre hay un día y una hora clave, un click invisible que nos pone on the road again y hace que todas las decisiones del subconsciente se materialicen. Como esa decisión de cuidar más a quienes, en los días bajos, han aparecido como saltamontes y te han llenado el tiempo de sonrisas, consejos y alguna copa de vino. Es mi momento de retomar aquellas amistades congeladas en el tiempo, que no necesitan más que una llamada para volver a aparecer. Es mi momento de seguir creando un universo de búsquedas en internet, porque me gusta crear universos, me gusta vivir aventuras y me encanta no saber adónde me lleva este viaje.

Aflora la ilusión de los nuevos comienzos en un proyecto que llevaba ahí, delante, desde hace mucho tiempo. Me faltaba valor y me sobraban las ganas. Porque vivir en el mundo de las ideas se nos ha dado demasiado bien… Materializar, crecer y construir una vida tiene tintes de utopía, pero llega. Es como esa señal de tráfico que has visto mil veces, la que muestra el nombre de un pueblo random que nunca habías leído, y que de repente, un día sin más, se convierte en tu salida.
Ojalá todo lo que construimos en los sueños tuviera el valor de hacerse real.
Nos leemos
Júlia Esteve







