Volver a hibernar

Sí, he vuelto a hibernar. Y sinceramente no sé si se trata de algo bueno, regular o tremendamente catastrófico. Entro y salgo del trabajo con alegría porque sé que es el poco contacto social que voy a disfrutar durante la semana. El resto del tiempo estaré deambulando entre algún sofá y mi cama, durmiendo siestas infinitas, de esas que te dejan más cansada, y poco más. La lectura, mi pasatiempo favorito de todos los tiempos y la visualización de todo el contenido audiovisual que puedo retener en varios idiomas se complementan a la perfección com mis últimos avances en la cocina.

Los fines de semana intento relacionarme con gente, pero acabo agotada, como si la vida fuera un teatro y actuar fuera el trabajo precario que me esta costando defender. Pese a eso, las inundaciones, los vaivenes emocionales y la nefasta gestión de mi tiempo libre… creo que estoy siendo tremendamente feliz. He aprendido tanto a poner límites como a hacer las tortillas más ricas del mundo. Estoy viviendo una vida slow en la que escribo y leo más que pienso. Espero, como agua de mayo, que lleguen las vacaciones de navidad para seguir cumpliendo sueños en forma de destinos viajeros.

Me apetece mucho volver a coger el coche y pirarme a buscar paisajes otoñales, estoy obsesionada con la idea de volver a Laguardia y beberme todos los vinos que pueda rodeada del paisaje otoñal más bonito que puedo recordar (aquí una proyectando). Mientras tanto me suelo perder por la Marina (la alta y la baixa) dos comarcas maravillosas que cada día me sorprenden más. Xàbia es sin duda mi ciudad favorita de esta zona (junto a Dénia) y poder pasar allí los fines de semana hace que lo de socializar quede en un segundo plano del que ni me acuerdo.

Pasar tiempo con mi familia esta siendo también muy reconfortante. El otro día nos entró agua y me di cuenta que estoy orgullosa de la persona en la que me he convertido cuando dejé de preocuparme por mis cosas y prioricé visitar a mis tías y ver que todo estuviera bien en sus casas. Pasar la mañana con mi Tía Isabel cocinando y hablando de mi abuela (su hermana) y mi bisabuela (su madre) me recuerda que vengo de una familia de mujeres fuertes, de esas que portaven avant una familia numerosa y seguían adelante siempre, sin que a sus hijos les faltara nada importante. De esas que viven en casas donde todo se comparte y todo el mundo es bienvenido, porque aquí, lo poco que tenemos lo hemos compartido siempre.

En realidad no he sido franca al principio y pienso que hibernar es maravilloso. El hecho de decir «he vuelto a hibernar» no me suena a excusa barata para quedarme en casa sin pretexto, para mí es una alternativa a hacer todo lo que ya no me apetece y centrarme en aquello que si es importante. Lo único que echo de menos en estos días son mis vinos «arreglatodo» con amigas, y espero, deseo y proyecto que a las 11:11 lleguen muy muy pronto.

Nos leemos la semana que viene

Júlia

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